But I'm A Cheerleader: una sátira queer adelantada a su época

Para que una sátira sea realmente buena debe mantenerse vigente, con un humor que no haya envejecido para mal y que al contrario, se convierta en algo considerado adelantado a su tiempo. Muy criticada en su época, pero convertida en un clásico queer, But I’m a Cheerleader es una comedia romántica y satírica que se mantiene vigente, fresca, y que fácilmente considero como de mis películas LGBTQ+ favoritas. 

Protagonizada por Natasha Lyonne y Clea DuVall, esta cinta indie presenta a Megan Bloomfield, una chica adolescente que cumple con todos los estereotipos heterosexuales estadounidenses: delgada, rubia, porrista, con un novio jugador de futbol americano y que es popular en la preparatoria, solo hay un pequeño detalle: su familia y amigos están convencidos de que es lesbiana. Para solucionar el “problema”, la mandan a una institución especializada en terapia de conversión, llamado True Directions, para “curar” su homosexualidad. Allí conoce a otros jóvenes, hombres y mujeres, que también están ahí para convertirse en heterosexuales, y, entre ellos conoce a Graham Eaton, una chica universitaria con la que establece una amistad y después un romance. 


En aproximadamente una hora y media, But I’m a Cheerleader hace una crítica a los roles de género, las relaciones entre hombres y mujeres y la heteronormatividad, enfatizandolo con una sátira filosa y chistes que ponen en ridículo a los argumentos homofóbicos. En 1999, su año de estreno, no fue bien recibida por la crítica, debido a que “contribuía con los estereotipos homosexuales”, pero claramente, es a través de ellos  donde argumenta su crítica ante la heteronormatividad, dando muchas escenas icónicas y que marcaron a toda una generación de personas queer. 



Su diseño de producción crea escenarios que recuerdan a Barbie, con colores intensos de azul y rosa, que reflejan la artificialidad de los roles de género y como la terapia de conversión tiene creencias y maneras superficiales, falsas, casi plásticas, sin tomar en cuenta al individuo, y por eso mismo son brutales, deshumanizando a la gente. 



Otra cosa que hace la hace muy buena es que claramente es una película hecha por personas queer, para personas queer: la directora y escritora Jamie Brett es lesbiana, también dentro del cast, se encuentran RuPaul y Clea Duvall, quienes son personas abiertamente gays, y se puede notar en la manera que el guión maneja la famosa female gaze y como le da transfondo a sus personajes. El que estas vivencias sean representadas por personas las han experimentado en carne propia la hace sentirse más cercana al espectador, genera familiaridad e incluso sentimiento de pertenencia.


But I’m a Cheerleader es una película LGBTQ+ esencial, que captura las experiencias queer y el descubrimiento de la identidad sexual de manera orgánica y muy original, adelantada a su época y pionera en mostrar relaciones entre mujeres de manera abierta y sin tabús sobre ser lesbiana y gay, sin duda un clásico que no envejece y su mensaje se mantiene vigente.

Acá les dejo el trailer para que le echen un vistazo, ¡Gracias por leer!



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6 Comentarios

  1. Esta película es muy buena, no solo representa un gran paso para su época, sino que la comedia y la paleta de colores hacen que sea una película que refleja de una manera más viva y entretenida los sentimientos de las personas; igual que este artículo describe muy bien la película y lo que significa.

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  2. No había escuchado de esta película, pero me ha llamado la atención, sin duda la voy a ver.

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  3. Es la primera vez que leo sobre ésta película, definitivamente la debo ver!!

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  4. Esta película es bellísima cinematográficamente hablando, los colores que tienen es una vibra que pega muy bien con la trama de la película, además de que es un antes y despues.

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  5. se ve hermosa, no cabe duda que voy a verla!

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  6. se ve hermosa, no cabe duda que voy a verla

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